En este artículo seguiré contando mis experiencias e impresiones de mi viaje a China. Desde mi llegada y durante la visita a la ciudad de Shanghai.
Viaje a China (parte 2 – Shanghai)
Después de muchas horas de viaje (unas 22h) de las cuales casi 11h de vuelo, llegamos al aeropuerto de Shanghai. Concretamente eran las 7 a.m. así que había que sacar fuerzas para una nueva y larga jornada por delante. Enseguida la adrenalina hizo su papel y el cuerpo reaccionó debidamente. Quedé impresionado, el aeropuerto estaba impecablemente limpio, y todo fue como la seda. Lo que más me llamó la atención fueron los controles de aduana y visados. Los chinos son extremadamente formales y profesionales. El control fue rápido, concienzudo, cortés y muy eficiente. A diferencia de algunos aeropuertos españoles y europeos, donde enseguida te hacen perder el tiempo, te tratan fatal y te hacen sentirte como un peligroso individuo. Si alguna vez vais, espero que sea todo así de agradable. Me llamó la atención que en el control habían más cámaras de seguridad que lámparas!
Tras recoger el equipaje, tuvimos la oportunidad de subir en el tren de levitación magnética Maglev que une el aeropuerto con el centro de la ciudad. En apenas unos segundos el tren se puso a 301 km/h, no se nota la aceleración, y en tan sólo unos 6 minutos recorrimos los 30 km que nos separaban de la ciudad. En ocasiones, por la ventanilla se veía como el horizonte giraba… no era el paisaje, era el tren que tomaba curvas peraltadas sin apenas notarse. Por cierto, lo «conducía» una mujer.
Al salir de la estación el choque térmico fue bestial… comprar y beber agua fría fue algo que no dejamos de hacer en todo el viaje. Afortunadamente es muy fácil de encontrar y una botella de agua mineral de 300 ml apenas cuesta 30 o 20 céntimos de Euro. Sin siquiera pasar por el hotel, fuimos de visita al Jardín Yuyuan. Enseguida nos sumergimos en la cultura china y literalmente entre su multitud. Sí, hay muchos muchos chinos. Concretamente unos 1300 millones, y eso que llevan aplicando el control de natalidad muchos años, si no, serían unos 300 millones más (se estima). Además, Shanghai es una de las ciudades más pobladas del planeta, casi 19 millones de personas (más turistas). Los jardines son muy bonitos (fotos), y están rodeados de calles donde realizar compras, comer y comenzar a sentir la pulsación de sus gentes. Los techos orientales de los pabellones, contrastan con el horizonte de rascacielos. Shanghai es una ciudad de contrastes, empapada de cultura y tradición, pero una ventana abierta al futuro de China.
Una visita obligada es el Templo del Buda de jade (fotos). Allí se puede conocer la filosofía y religión budista, y degustar o comprar té preparado por los propios monjes. Por cierto, es la bebida más consumida en china, a todas horas (no todos los té tienen mucha teína), siempre con agua caliente incluso en verano. También tuvimos la oportunidad de ver el proceso de creación de la seda en Jiangnan Silk … donde no pudimos resistir a comprar un edredón ‘nórdico’ y su funda, todo de seda 100%; una maravilla!
Tras un buen descanso, por la noche, tuvimos la oportunidad de cenar en uno de los restaurantes ubicados a 50 pisos de altura, giratorio y con vistas a la ciudad. Por la noche, Shanghai se viste de gala, iluminando sus edificios y rascacielos de la zona de Pudong o del Bund. Además de las vistas desde las alturas, es muy típico tomar un barco que da un paseo nocturno por el río Huangpu y desde donde puedes observar los rascacielos: Oriental Pearl Tower, el Jin Mao Tower, o el espectacular Shanghai World financial center de 101 pisos y 492 m de altura. Si os gusta la arquitectura y la ingeniería o sois fans de «mega-construcciones» … no os lo podéis perder. Para que tengais una sensación más realista, os dejo una vista 3D gracias a Google Earth.
El día siguiente, tras casi dos días sin parar, y después de un buen y merecido descanso… fuimos a ver el poblado de Zhujiajiao (web oficial). Es un pequeño poblado de «sólo» 60.000 habitantes situado en el distrito de Quingpu (Shanghai), al que llaman la Venecia china por sus canales, puentes y casitas junto al agua. Allí puedes hacer un relajante paseo en barca por sus canales o callejear para curiosear en sus tiendas repletas de artesanía y comida (fotos de Zhujiajiao). Que no os engañe el guía-local, la película de «Misión Imposible 3» fue rodada en Xitang y no en Zhujiajiao. La visita a Zhujiajiao fue un contraste importante con la visita a Shanghai del día anterior.
Con la mente saturada y todavía sin procesar todo lo que recogieron los sentidos… vamos al aeropuerto. Allí esperamos para seguir la siguiente etapa del viaje: Guilin, extraños entre todos los chinos. Fue curioso ver una tienda junto a un quiosco y la puerta de embarque, que vendía cangrejos vivos, atados con un lazo, listos para llevar.
Espero que os esté gustando el relato, no olvides poner tus comentarios y experiencias… la historia sigue en: