Tras la visita a Shanghai, en este artículo seguiré contando las experiencias e impresiones de mi viaje a China. Para viajar a Guilin desde Shanghai es necesario tomar un avión. En el trayecto coincidimos con un grupo de estudiantes que iban también allí de vacaciones. Fue divertido ver cómo alguno se quedaba dormido con la cabeza colgando hacia adelante (curioso y habitual entre los chinos), e intercambiar algunas palabras en inglés:
– Estudiante chino: «no entiendo por qué mis amigas, no paran de mirarle» (refiriéndose a un compañero occidental del viaje).
– Yo: «jajaja… si te soy sincero, yo tampoco lo entiendo» 😉
En China todavía hay personas que se extrañan o tienen curiosidad por los occidentales, algunos incluso querrán hacerse fotos contigo… es divertido, y te sientes realmente extraño. Según nos contaba un guía local, hasta hace poco tiempo los chinos veían a los occidentales como ‘monstruos’: «ya que tienen los ojos de colores, narizotas, e incluso los hombres tienen pelo en el pecho». A mí, me gusta la belleza oriental, y durante este viaje no he parado de hacer fotos a los niños/as. A diferencia de lo que ocurre aquí, allí los padres se ponen muy orgullosos y contentos al preguntarles si les puedes hacer una foto a su hijo/a.
Viaje a China (parte 3 – Guilin)
Tuvimos la ocasión, no sólo de disfrutar con las montañas del paisaje, sino también de ver la vida que envuelve el río: las bellas embarcaciones de bambú, los barcos para turistas con cocina en la popa y a las que siguen otras barcas de suministro de comida, los pescadores que practican la tradicional pesca con cormorán (video) – impresionante, los búfalos, los bosques de bambú…
Me hubiera gustado quedarme más días en la región, y ver con más calma algunos de sus poblados, las terrazas de arroz, o caminar por algún sendero. No pudo ser, así que digo yo que habrá que volver algún día!
Cerca de Guilin, tomamos una especie de taxi para ir a ver los arrozales, algunos de los cuales son capaces de dar 4 cosechas al año. Probamos unos cacahuetes secados al sol, y unas castañas. El paisaje es impresionante… el contraste de los colores de las diferentes cosechas, el reflejo de las montañas en los arrozales, las montañas mágicas al fondo. Si vas con mirada fotográfica… casi cualquier encuadre merece la pena, y no pararás de hacer fotos. Allí, puedes aprender algo sobre las mujeres de largo cabello de la etnia Yao, o como me pasó a mí, jeje, casarte con una de ellas «casi sin darte cuenta» al aceptar una de sus bolas bordadas. En mi defensa, he de decir que el paisaje romántico me embrujó, y que la chica cantaba muy bien, ¿canto de sirena?, tal vez. Nota recordatoria para el futuro: cuidado con las mujeres que lleven bolas colgando. 😉
Por la noche, Guilin me sorprendió gratamente. Existe mucha actividad en sus calles, la gente sale a comer, comprar y pasear por la zona de las pagodas en el lago Shanshu (foto). Es un sitio muy romántico y seguro, lleno de parejas paseando junto al lago y puestos donde comprar algún recuerdo o artesanía. Si a estas alturas del viaje estás cansado, remedio chino: no hay nada como un buen masaje… a mí me propinaron una tremenda paliza, pero he de reconocer que me dejaron como nuevo, la contractura del hombro desapareció mágicamente.