Este fín de semana algunos nos sentimos un poco tristes por el fallecimiento de Pepe Rubianes. Pepe fue un actor y director de teatro español, de origen gallego y afincado en Cataluña desde su infancia, especializado en mimo, imitaciones y monólogos. Destacó por su ironía, su ácido sentido del humor y la incontenible verborrea salpicada de palabras malsonantes, actuando siempre vestido rigurosamente de negro en sobrios escenarios. Se definía a si mismo como «actor galáico-catalán: galáico porqué nací en Galicia aunque casi nunca he vivido allí y catalán porqué siempre he vivido en Cataluña aunque nunca nací aquí».
Para mí era un verdadero genio del escenario. Recuerdo cuando lo ví en directo con su espectáculo «Rubianes solamente» que a los cinco minutos de reloj de comenzar el monólogo, yo ya no podía más… el dolor de cuello y de mandíbula de tanta risa me mataba (en serio)… y la cosa seguía. Nunca nadie ni nada, me ha provocado tanta risa.
Crítico con el matrimonio y otras cuestiones, fue uno de los fundadores del fantástico grupo de teatro Dagoll Dagom (de quien también soy admirador), y también gran colaborador de TV3 y Andreu Buenafuente.
Desde aquí quiero expresar mi sentido pésame. Siempre se van los mejores, y él era un niño bueno… o no.